jueves, 2 de febrero de 2012

La casa más iluminada de Medellín

Humberto Rendón González y su familia, fueron los segundos en habitar el 16 de agosto de 1954 el barrio Pénjamo, conocido hoy como Santa Lucía, en el occidente de Medellín.

La casa en la cual su padre decidió que vivirían costó 4.200 pesos y constaba de un solo piso. Allí el patriarca incentivó a sus 22 hijos a adornar la casa, a vivir la navidad y compartirla con toda persona que los rodeara. Sin embargo Humberto expresó que la verdadera razón para iluminar la casa completamente no es tanto por lo antes mencionado sino que él lo hace en honor a su padre, porque a él le gustaba mucho la navidad y la luz.

Hace 40 años, el padre de Humberto optó por iluminar la fachada con bombillos grandes de 100 vatios, que eran los que se utilizaban en aquel entonces. Y sus niños al salir para el colegio, escuchaban que la gente decía: “¡qué familia tan montañera!, ¿qué es eso?, parece una discoteca”. Pero Humberto comprendía esos comentarios, ya que en esa época la gente no se interesaba por utilizar instalaciones, pues no era la costumbre.

En 1980, Humberto tomó la decisión de adornar tanto el interior como la totalidad de la fachada con la ayuda de su hermano Mario Rendón González, quién desde ese año hasta hoy es el encargado de decorar el interior y Humberto con la colaboración de Ramón Antonio Arenas es el creador del exterior de esta casa, que sobresale todos los años.

“También se volvió en un incentivo para la gente de mi barrio, porque ellos al verla optan por poner luces para no quedar opacos ante tanta decoración”, expresó Humberto, mecánico industrial del Pascual Bravo.

Al principio tuvieron dificultad con los vecinos, porque los niños llevados por la curiosidad dañaban las instalaciones y adornos, o se los llevaban. Pero esta familia conocida en el barrio como los “Juanchos”, guardaba la esperanza de que algún día su creación fuera respetada; y así ocurrió, pues hoy en día no sólo la respetan sino que la cuidan como algo de su propiedad.

Adornar la casa se convirtió en una tradición a tal punto que, el 31 de octubre de cada año, Humberto comienza a colocar aproximadamente 200 instalaciones invirtiendo de tres a cinco horas diarias, y termina la decoración el 19 de noviembre, (se demora 20 días) y como trabaja en UNE, intercala su trabajo con adornar la casa, si trabaja en la mañana entonces le dedica la tarde a su casa y a la inversa. Las instalaciones las consigue en El Hueco e invierte aproximadamente $1.500.000 y en servicios $500.000.

Año tras año innova el alumbrado y diseño de su casa, consigue diferentes estilos de luz, cambia de colores, incluso en palabras de él, su decoración es fascinante e impactante gracias a sus hermanas Rubiela Rendón y Delia, quienes cada año le envían desde Estados Unidos papás Noel inflables, con movimientos y musicales, trenes, regalos, pistas de hielo e instalaciones para que su hermano haga de su casa un mundo mágico lleno de navidad y felicidad.

Humberto efectivamente juega con lo que sus hermanas le envían porque afuera de la casa coloca las extensiones del hueco y en el segundo, tercer y cuarto piso coloca lo que le envían sus hermanas y empieza a combinar una cosa con otra, adorna todos los lugares de su casa, todas las paredes, todo balcón de su casa y hasta sus matas una a una, y los árboles que están en la cera de su casa los adorna con luces y regalos, y por último coloca un árbol que él mismo hizo con base de hierro en el poste que está pegado a la casa y lo decora con 120 guirnaldas y un moño, y es tan creativo que hasta creó un cafeto con ganchos blancos de ropa, y éste último es el objeto navideño que más le gusta porque es el más iluminado de todos. Pero no solamente hace esto, sino que también cuida mucho su decoración, tanto que si ve una instalación dañada por causa del invierno, inmediatamente la repara y si no tiene arreglo coloca otra, ya que tiene un cuarto de San Alejo donde guarda adornos y luces para reemplazar lo malo o variar cada año.

Incluso su papá Noel, su muñeco de nieve y su cafeto, cada noche los quita y los tapa con una tela especial que tiene para que no se destiñan, ni les entre agua y mucho menos que se quemen sus bombillos, y esto lo hace porque para él cada cosa que pone es de gran valor.

Por ejemplo el año pasado le colocó a todas las luces un sistema musical que al momento de cambiar de una nota a otra, las luces también cambiaban y afuera podían escuchar las notas musicales y a la vez observar los diferentes cambios que se generaban en las instalaciones. En este año 2011 Humberto se encontraba muy triste y preocupado por su decoración, pues aunque nunca ha fumado y el licor no le atrae, en un chequeo médico le encontraron un tumor en un pulmón, y esto le obligó a iniciar su trabajo no el 31 de octubre sino el 17 de noviembre y por este motivo no pudo ser el primero en prender los alumbrados como todos los años, debido a que terminó su creación el 3 de diciembre, día en que los prendió con luces de diversos colores, entre ellos el azul en honor a su padre.

Para Humberto lo más gratificante de su trabajo es ver a la gente tomándose fotos con los regalos del árbol que colocó en el poste y tomando fotos a su casa, y observar que personas que van en carro se detienen a mirarla y preguntan quién lo hizo, y lo felicitan; pero todo tiene su final y Humberto el 7 de enero de todos los años apaga las luces y el 8, deprimido, le dice adiós a la navidad mientras las quita.

Ver esta creación encendida el 1 de diciembre de cada año se convirtió en una tradición, en algo tan simbólico para el barrio Santa Lucía, que si ese día no están encendidas las luces de la casa, “la gente toca la puerta y me dice, ‘don Humberto, ¿qué pasó?´, es decir, la gente se acostumbró a ver los alumbrados prendidos y si no lo están se preocupan”, afirma González.

Aquí cabe mencionar que al entrar a su casa lo primero que se escucha es la Quinta Sinfonía de Beethoven y lo primero que se visualiza es “el pueblito”, denominado así porque tiene una iglesia, un establo, una escuela, una pista de hielo, un “montecito” parecido al pueblito paisa y porque, según Humberto, al verlo es como ver los pueblos de Antioquia.

Humberto y su hermano Mario, durante todo el año, esperan que llegue diciembre, lo anhelan con el alma, pues para ellos ese es el mejor mes del año y el más valioso de todos. Además Humberto ama tanto la navidad que no sólo ayuda gratuitamente a decorar la casa de quien se lo pide, sino que se disfraza de papá Noel y le da a 50 niños que asisten a su novena y a sus madres, regalos traídos de Estados Unidos, natilla y cena. Esto lo hace todos los años.

A Humberto lo que más le gusta de la navidad es estar en familia, ya que la navidad en palabras de él reúne a la gente en medio de luces y música, y por esta razón ya tiene preparada una nueva idea para el año 2012: el árbol del poste que ha utilizado por dos años lo va a cambiar por un árbol de bambú que él mismo va a construir, sin embargo a pesar de su fascinación por decorar, reconoce que es un trabajo pesado, debido a que le toca dividir las cargas de las instalaciones en toda la casa, incluso apaga las lámparas de la calle que quedan junto a su casa y a la que queda en el poste donde está el árbol le puso un bombillo para poder apagar la lámpara y permitir así que el árbol se vea y que la lámpara no le robe luz a su hogar y tenga gracia. Con esto queda reflejada la parte intelectual y creativa de Humberto. En este punto cabe mencionar que toda persona que se acerque a él notará su amor, pasión y emoción por la luz.


Autor: SHANTALL ANDREA GONZÁLEZ DUQUE

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